“De las palabras a los hechos, de las frases a los actos”
El concepto de acción directa es uno de los más usados para definir una gran parte de las ideas anarquistas. Es algo intrínseco al anarquismo que propone una forma diferente de participar en el terreno de lo político y, en definitiva, de enfrentarnos a la vida; porque la política y nuestra vida cotidiana son uno mismo, queramos o no.
Las decisiones y acciones políticas que se toman, afectan en todos los ámbitos de nuestra cotidianidad. Estas decisiones, son tomadas por unas minorías que nos intermedian y que deciden cómo, cuándo y porqué tenemos que hacer las cosas. Esa intermediación, esa delegación impuesta (y tan arraigada en la sociedad en la que vivimos) es lo que la acción directa pretende destruir. Es decir, tomar nuestras decisiones por nosotros mismos, ser partícipes en nuestras cuestiones diarias y desvincularnos de las figuras autoritarias que intentan arbitrar sin nuestro consentimiento.
El hecho de que deleguemos en tantísimos aspectos de nuestra vida a políticos y empresas privadas para que nos “solucionen” las distintas controversias a las que nos tenemos que enfrentar genera, en la raíz de sí mismo, algo negativo e implica hacernos a un lado y aceptar que no somos partícipes de la resolución de nuestros propios asuntos.
La acción directa puede ser aplicable a todos los ámbitos de nuestra vida: autoorganizándonos en el trabajo sin sindicatos verticales ni delegados, creando espacios comunes con los vecinos del barrio para tratar asuntos que nos afectan, no delegando una vez cada 4 años en una urna el representante que nos gobierne, no acudiendo a la policía cuando tenemos un problema con algún vecino, no contratando y pagando por absolutamente todo lo que hacemos para ahorrarnos problemas y asumiendo así que, miles de empresas privadas que se dedican a distintos sectores profesionales, decidan sobre nosotros con el pretexto de ahorrarnos tiempo y problemas… y un largo etcétera.
La acción directa es decidir por ti mismo, es asumir responsabilidades y es tomar las riendas de tu vida. Es no delegar, es crear lo que necesitamos o destruir lo que nos ahoga sin especialistas políticos, sin burocracias, sin intermediarios.
La acción directa busca inspirar y así motivar a la gente para mostrarles la capacidad que tenemos como individuos para alcanzar nuestros objetivos por nosotros mismos.
La acción directa muestra posibilidades que otros pueden aprovechar, demostrándole a la gente el potencial que tiene para tomar el control de sus propias vidas.
La acción directa es luchar por uno mismo contra las injusticias y suele darse en terreno ajeno a lo permitido. Valorar si una acción directa está bien o no en función de si es o no legal, es un límite que hay que sobrepasar. Las leyes, el trabajo asalariado, las fronteras, la policía, la represión, las deportaciones, los abusos de poder, las torturas, la censura, los desahucios y desalojos… son legales, pero no son justos. Si queremos acabar con ello, no podemos hacerlo desde sus propios terrenos, es decir, desde el terreno de lo legal. O al menos, no exclusivamente. Recordamos una frase que decía así “si votar sirviera para algo estaría prohibido”.
La acción directa une a las personas puesto que va de la mano de la autoorganización y crea situaciones de complicidad entre personas que se encuentran por afinidad o en momentos en los que se comparten circunstancias de otro tipo.
Practica la acción directa. Recupera tu vida.